Todo ha terminado, cariño
Acabo de ver A Complete Unknown, la película sobre Bob Dylan, y todo lo que venía rumiando frenéticamente se acomodó como piezas de un Tetris perfecto. Cuando me pasa eso, necesito escribir.
El 25 de julio de 1965, Bob Dylan —ícono del folk de protesta de la época— se subió al escenario del Newport Folk Festival con una guitarra eléctrica Fender Stratocaster y la banda de rock que, sin licencia, había estado cocinando en las sombras. Durante los escuetos quince minutos de su performance, Bobby rompió contratos, vínculos afectivos y las tiernas expectativas de la audiencia, cometiendo un acto de suprema herejía*: convertir la melancólica poesía folk en rock eléctrico.
El público lo aborreció, abucheando y gritando: “¡Queremos al viejo Dylan!”, y Pete Seeger, figura clave de la escena, intentó "cortar los cables de electricidad con un hacha".
Cuando Dylan, obligado a aplacar a las fieras de la tradición, volvió a aparecer en el escenario, eligió cantar It’s All Over Now, Baby Blue. Lo hizo sin banda, con su guitarra acústica y serio como una estaca. Aquella canción fue, claramente, un gesto de despedida: el rito de pasaje que dejaba al descubierto un estado liminal del que ya no se vuelve.
Arnold van Gennep definió, a principios del siglo pasado, en Les Rites de Passage, los tres estadios de la reconfiguración del ser: separación, liminalidad y reincorporación.
Victor Turner retomó el concepto de liminalidad y, al expandirlo, explicó que no se trataba solo de una transición, sino de un espacio de potencial puro, donde se suspenden las normas y se permite la transformación.
Ahora mismo, todos —sin excepción— estamos viviendo entre la separación y la liminalidad. La forma en que nos comunicamos, coexistimos, nos relacionamos y procesamos el mundo ha cambiado. Y no hay vuelta atrás.
Muchas personas siguen aferrándose con fuerza a las viejas estrategias, intentando rescatar fragmentos de esa narrativa que las acunó durante tanto tiempo. Pero la vida no deja de cantar “todo ha terminado, cariño”, y ya toca dejarse atravesar por el rayo.
El hexagrama 24 del I Ching, llamado “El Retorno”, describe ese momento en que algo, tras haberse derrumbado o vaciado, comienza a moverse otra vez hacia la vida. Su mensaje —formulado hace más de tres mil años y a la vez sorprendentemente actual— explica que ese renacer solo es posible si hay introspección, autenticidad, una dirección clara, compañía adecuada y renuncia a las viejas desviaciones.
Apenas un mes después del mítico concierto eléctrico en Newport de 1965, Bob Dylan lanzó Highway 61 Revisited, con un éxito descomunal y fundando una nueva narrativa para el rock: lírica, poética y provocadora. Hoy se lo considera uno de los discos más influyentes del siglo XX.
Para esta semana, si tienes la valentía de reconocerte en ese estado de ruptura o liminalidad adolescente, te dejo tres preguntas para que te hagas frente al espejo. Solo tres.
¿Quién soy realmente cuando se caen mis definiciones anteriores?
¿Qué me motiva cuando ya no quedan certezas?
¿Dónde está mi deseo si ya no me reconozco?
Feliz rito de pasaje, amigas y amigos.
*Es un hecho documentado que le gritaron “hereje” desde el público.
Debes irte, llévate ahora lo que creas que va a durar.
Pero aquello que desees conservar,
mejor agárralo rápido.Deja atrás tus piedras de paso, algo te está llamando.
Olvida a los muertos que dejaste, no te seguirán.
El vagabundo que golpea tu puerta
lleva puesta la ropa que tú solías vestir.
Enciende otro fósforo, ve y empieza de nuevo.Todo ha terminado, cariño.
La idea de la liminalidad me parte la cabeza. Me encanta esto del “espacio de puro potencial”. Ahora mismo me siento entre la separación y la liminalidad, y lo cierto es que, para mi propio rito de pasaje, resulta fundamental volver atrás. Encontrarme en el pasado; en los momentos en los que estuve más cerca de mi propio ser. Mi potencial más puro.
En fin! Qué bueno haberte encontrado en redes y tenerte a mano! Gracias por tus análisis y reflexiones.
Cuando ya no quedan certezas, cuando todo se acaba. Cariño.
Me motiva justamente ese espacio vacío que las certezas dejan para llenarlos de nuevo, como me de la gana.
La libertad,
en fin, como siempre, sale y me hace un guiño 😍